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viernes, 31 de mayo de 2013

Diario de un sacristán II


No ando yo sobrado de preparación académica, por lo que no es de extrañar que considere mal elegido el destinatario y peor formulada la pregunta. Que según entiendo yo, no es a mí a quien debe preguntarse ¿por qué escribo? Que lo atinado sería preguntar a los demás ¿por qué no escribes?

En vísperas del otoño, sesenta y pocos veranos habrá de arrastrar mi sombra, y si Dios no lo remedia (y no creo yo que esté por la labor de darme premio) catorce inviernos y trece primaveras aún me quedarán de andar liado con la hipoteca.

Acompañan mis días, tres hijos en el paro y una mujer dedicada a sus labores, con lo que de mi cartera mucho tiempo hace que huyeron los billetes de cien y de cincuenta y si alguna vez uno de veinte llega a sus tripas, de contenta que se pone lo vomita y he de buscarle acomodo en algún pago que lleve con retraso. 

Tengo un coche averiado y un perro enfermo y no hallo medicina para ninguno, que el Citroen se deprime por falta de gasoil y el cánido, como es mi amigo, por simpatía debe ser que se desanima.

Soy fumador y a los pulmones les ha dado ahora por molestarme y muchas veces tan justo llega el oxígeno a mi cerebro que sufro de mareos. Y padezco del hígado y del riñón.

Y en consonancia a mi salud anda el trabajo, que mis jefes me aprecian cuando estoy lejos y mis compañeros se felicitan cuando caigo de baja.

Y padezco de insomnio. Y al Todopoderoso agradezco tal dolencia, que siendo tantas las noches que paso en vela, no hay una en la que no me sienta libre.

Que unas noches soy el pícaro sacristán Badanas, o ando metido en el pellejo del cura Malainas. Otras soy conquistador. Y otras obispo. Y una recuerdo en la que el conclave me eligió Papa. He sido aventurero, médico y futbolista.  Premio nobel, estudiante y analfabeto. Y cien veces casada y alguna viuda. He ganado carreras y combates. He sido extraterrestre, demonio, ángel y San Pedro, y a la memoria me llega una noche que fui Dios. Pirata, vagabundo, buhonero, aguador, obrero y minifalda. Militar, herido en la guerra y hasta muerto. Quijote, Sancho y Buscón. Parado, rico, enfermo y milagroso. Pájaro, dinosaurio, conejo y escopeta.  Y como no tengo límites, a veces, he sido muchas cosas a la vez.  Y aún así, alguno me pregunta que por qué escribo.  Soy un hombre y ansío la libertad. Y yo me siento libre cuando en la soledad de la madrugada, frente al ordenador o a un folio en blanco y una pluma, soy quien en ese momento me pregunto:

- ¿Por qué no escribes?

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